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Misioneras de los Sagrados Corazones

Sor Maria Rafaela

Conoce está extraordinaria mujer

Sor María Rafaela del Sagrado Corazón de Jesús

Al otro día de nacer fue bautizada con los nombres de: Sebastiana María Luisa Ignacia Lladó Sala. Nace en Campos del Puerto, Mallorca, en el seno de un hogar cristiano, el día 2 de enero de 1814. Fue la sexta de nueve hermanos, y en su familia encontró un ambiente propicio para crecer y madurar en su fe y desarrollarse como una joven alegre y servicial.

Valorando sus cualidades, el Ayuntamiento (Alcaldía) de la Villa la nombra maestra interina del pueblo, y el mismo Ayuntamiento la envía a cursar los estudios del Magisterio en Palma. Tenía a la sazón de 31 años. A los 34 años consiguió el título de maestra, y, en consecuencia, obtuvo en propiedad la plaza. aprovecha la escuela para contagiar a las niñas sus ansias de Dios y de vivir como auténtica cristiana. En el 1882 convierte su casa en Centro de Espiritualidad, en donde, ayudada por varias compañeras, imparten tandas de Ejercicios Espirituales, enseñan el Catecismo, y la práctica de la oración. Después de muchas vicisitudes, logra que el Obispo de Mallorca, Dr. Jacinto M. Cervera, erija como Instituto Religioso el grupo formado en torno suyo, el día 29 de enero de 1891.

El día 17 de abril del mismo año, Sebastiana Lladó Sala, junto con cuatro compañeras, profesarán como Religiosas de la nueva Congregación de Hermanas de los Sagrados Corazones, cambiando su nombre por el de Sor María Rafaela del Sagrado Corazón de Jesús. Después de una larga vida dedicada a la práctica de la virtud y del apostolado, después de haber fundado un nuevo Instituto Religioso, muere en Campos del Puerto el día 8 de marzo de 1899 en fama de santidad para todos aquellos que le conocieron.

Sor María Rafaela del Sagrado Corazón de Jesús era una mujer extraordinaria, adelantada a sus tiempos, con una visión de futuro y un don de la palabra para dialogar con los demás. Su capacidad de escucha, mirada profunda y palabras de orientación hizo que muchas mujeres, hombres, niñas o niños, adolescentes, jóvenes, casada, solteras o viudas pudieran aprender a tomas nuevas y renovadoras decisiones en su vida y ésta afortunadamente cambio. Muchas jóvenes pasaron frente a la Cátedra  y los ejercicios espirituales que esta incansable mujer ofrecía a todas aquellas que se le presentaba para recibir una palabra viva y una fe inmensa en ese amor Misericordioso de Dios.

Experimento profundamente la presencia de Dios y eso le hacía actuar en su presente con miras al futuro. Proclamo cada segundo esa presencia viva y profunda a todos aquellos que se le acercaba. Y en el paso de los años Testimoniaba con hechos que ese amor misericordioso y tierno de Dios era una realidad palpable.

Era una mujer tan especial que luego de fundar la Congregación de las Hermanas de los Sagrados Corazones, al cabo de 4 años, solicita humildemente al Sr. Obispo que le releve de su cargo de Superiora, entendiendo muy bien que era una mujer entrada en edad y había que dar paso a cualquiera de las hermanas. Como podemos observar, no era una mujer que amará el poder, sino la Voluntad de Dios en el transcurso de la vida y la realidad. Es importante notar que tenía muy claro que empezar la obra de Dios era su meta, continuar con entusiasmo junto a otras era un regalo de Dios y saber ceder el mando a tiempo para ver como aplicaban lo aprendido en el paso de los años, era la recompensa de poder ver hacía donde sopla o guía el Espíritu y la capacidad de las hermanas en estar atentas a la voz de Dios. Ceder la cabeza y las riendas de una obra de Dios es saber abandonarse a lo que Dios desee y no a la voluntad de su propio yo.

Orar, contemplar, reflexionar y compartir la alegría de ver las expresiones de Dios siempre fue un regalo de amor de Dios para con ella. Sor María Rafaela del Sagrado Corazón de Jesús siempre fue una mujer atenta a los corazones traspasados de dolor que le rodeaban. Su mirada, sus gestos, su ser y hacer hacían que la contemplación fuera una esperanza de vida donde para muchos quizás no percibieran la vida misma .