| La etapa de Opción y Selección | Hemos llegado al final de la descripción de las cuatro etapas de discernimiento vocacional. Como todo en la vida, llegamos a un momento donde tendremos que elegir: estado de vida, profesión, residencia etc. La última etapa es la etapa de «opción». Optar significa elegir con libertad, responsabilidad y madurez. La «opción» se caracteriza por el abrazar con firmeza un ideal, un estilo de vida y comprometerse con fuerza para realizarlo, alcanzarlo y conservarlo.
El que opta hace a un lado un abanico de posibilidades y se centra en las metas, ideales y objetivos que ha elegido, de cara a la elección que afectará toda su vida y la de los demás. A la opción que exige comprometer y sumir la vida con todos los dinamismos históricos existenciales de la persona, le llamamos «opción fundamental», porque desde ella se fundamentará toda nuestro futuro, rediseñamos nuestras relaciones interpersonales y será la opción decisiva de nuestra vida.
Al llegar a esta etapa, la búsqueda llega a un encuentro, y el discernimiento desemboca en una opción. Elegir no significa no querer otras cosas o minusvalorar otras posibilidades, significa por el contrario, dar la primacía de nuestra voluntad a una causa, meta e ideal concreto. Reafirmamos que no estamos preocupados en hacerlos a todos curas, sino santos y felices en su cristianismo. La urgencia de cristianos santos no es menos importante que la urgencia de sacerdotes santos.
Se busca un verdadero cristiano
Ser cristiano es algo más que adoptar una pose ¿cómo se le reconoce entre la multitud? Un hombre que acababa de encontrarse con Jesús Resucitado, iba a toda prisa por el Camino de la Vida, mirando por todas partes y buscando. Se acercó a un anciano que estaba sentado al borde del camino y le preguntó:
- Por favor, señor, ¿ha visto pasar por aquí a algún cristiano?
El anciano, encogiéndose de hombros le contestó:
-Depende del tipo de cristiano que ande buscando.
-Perdone- dijo contrariado el hombre-, pero soy nuevo en esto y no conozco los tipos que hay. Sólo conozco a Jesús.
Y el anciano añadió: -Pues sí amigo; hay de muchos tipos y maneras y también para todos los gustos: Hay cristianos por cumplimiento, cristianos por tradición, cristianos por costumbres, cristianos por superstición, cristianos por obligación, cristianos por conveniencia, cristianos auténticos...
- ¡Los auténticos! ¡Esos son los que yo busco! ¡Los de verdad! -exclamó el hombre emocionado.
-¡Vaya!- dijo el anciano con voz grave-. Esos son los más difíciles de ver. Hace ya mucho tiempo que pasó uno de esos por aquí, y precisamente me preguntó lo mismo que usted.
-¿Cómo podré reconocerle?
Y el anciano contestó tranquilamente: -No se preocupe amigo. No tendrá dificultad en reconocerle. Un cristiano de verdad no pasa desapercibido en este mundo de sabios y engreídos. Lo reconocerá por sus obras. Allí donde van, siempre dejan huellas.
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